TEJO
(Taxus baccata)
El
Tejo , árbol de la vida y la muerte
Los
tejos (Taxus) son un género de árboles coníferos de la familia
Taxaceae, propios de las zonas montañosas, con ambientes frescos y
húmedos, y que prefieren los terrenos calizos.
Taxus
baccata, el tejo común o tejo negro, es una especie del género
taxus originaria de Europa occidental, central y meridional, y del
noroeste de África, el norte de Irán y el sudeste asiático.
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Es
una gimnosperma de la familia de las taxáceas, grupo primitivo
ampliamente difundido ya desde el Jurásico (hace más de 140
millones de años), y del que actualmente el tejo es el único
representante europeo.
El
tejo es un árbol discreto. Al verlo, muy pocos se imaginan que tras
este ser de apariencia triste se esconde uno de los árboles que más
ha influido en gran parte de la historia de Occidente.
Descripción
Pueden
alcanzar una altura de hasta 10-20 metros (excepcionalmente, 28 m).
Aunque
con frecuencia se desarrolla de manera desigual, su copa es densa y
piramidal, ramificado desde poca altura con abundantes ramas que
salen del tronco de manera horizontal. Tiene
un tronco marrón grueso que puede llegar a los 4 m de diámetro.
Las
hojas, lanceoladas, delgadas y de tono verde oscuro, son perennes de
10 a 30mm. y se agrupan en espiral sobre la rama, dispuestas en dos
hileras opuestas, de color verde oscuro por la cara superior y
amarillento o glabro por el envés.
Toda
la planta es venenosa excepto el arilo que recubre el fruto.
Es
una planta dioica, aunque ocasionalmente monoica, que puede cambiar
de sexo (pies masculinos o femeninos) según la estación.
Raramente
forman bosquetes, siendo lo común encontrar a los ejemplares
aislados.
Pese
a su lento crecimiento, muchos tejos pueden clasificarse como
monumentales o singulares; no en vano se trata de la especie más
longeva de Europa, pudiendo superar los 1.500 años de vida. (Con una
longevidad de hasta 5000 años.)
En
Escocia se encuentra el tejo de Fortingall, posiblemente el árbol
más antiguo de Europa con más de 2000 años y que sobrepasa los 15
metros de diámetro.
Frutos
Fructifica
en forma de arilo carnoso que rodea la simiente, de intenso color
rojo y sabor agradable. Cada piña contiene una única semilla de 4-7
mm de larga cubierta por una estructura roja que le da forma de baya
llamada arillus.
La
maduración se produce a los 6-9 meses después de la polinización y
los pájaros, al comer las bayas las van dispersando. Maduran en
otoño y cada seis o siete años el árbol tiene una producción
abundante de frutos.
Propiedades
Casi
todas las partes de la planta son ricas en alcaloides tóxicos:
taxina, taxol, y baccatina, siendo el primero el más peligroso, pues
puede llevar a la muerte en pocos minutos.
El
arilo o baya es la única parte libre de taxina, pudiendo ser
ingerido con la precaución de retirar la semilla.
Silio
Itálico, Lucio Anneo Floro y San Isidoro de Sevilla señalan el uso
de estas semillas en la Península Ibérica por parte de los antiguos
cántabros, astures y entre los pobladores de Gallaecia como veneno
para suicidarse cuando se encontraban sitiados por el enemigo o
presos de éste.
Ha
sido un árbol venerado por las culturas primigenias del continente.
Los celtas, por ejemplo, celebraban bajo sus sombra solemnes
concentraciones. Estos
pueblos celtas veneraban al tejo, dado que formaba parte de algunos
de sus rituales al ser considerado un árbol sagrado, probablemente
debido a la extraordinaria longevidad de la planta, que la hace
parecer inmortal.
Por
esta misma razón, en España ha sido plantado profusamente en la
Cornisa Cantábrica al abrigo de ermitas, iglesias y cementerios
desde tiempos remotos, como símbolo de la trascendencia de la
muerte, y es habitual encontrarlo en las plazas de los pueblos bajo
el cual se realizaba el concejo abierto.
Todo
esto es lo que le ha permitido perpetuar ese halo de misterio y
sacralidad que envuelve lo relacionado con esta especie.
Para
la tradición y cultura asturiana este árbol ha constituido un
auténtico vínculo de su pueblo con la tierra, los antepasados y la
religión antigua.
Un
astur podría haber casado a dos jóvenes guerreros bajos sus ramas.
Los
astures y los cántabros preferían suicidarse con semillas de tejo
antes que rendirse al enemigo. “La rigidez del rostro del cadáver
dibujaba una mueca que se burlaba del vencedor desde el más allá”.
En
Asturias era costumbre el llevar a los difuntos una rama de tejo el
Día de Todos los Santos, para que ella les guiara en su retorno al
País de las Sombras.
Durante
la Noche de San Juan era asimismo usual que los mozos asturianos
depositaran estas mismas ramas en las ventanas o puertas de la casa
de sus pretendidas, mientras ellas les tiraban bayas de este mismo
árbol.
Usos
Ya
en la Antigüedad, el tejo era una especie muy apreciada,
particularmente por su madera de gran calidad, y estudiada tanto por
sus propiedades curativas como venenosas.
Fueron
los griegos quienes dieron al tejo el nombre de Taxus en función de
dos aspectos importantes de este árbol: taxon ('arco') y toxikon
('veneno'); esto es, por un lado, su madera, resistente y flexible,
se utilizaba para la fabricación de arcos y, por otro, su naturaleza
venenosa era bien conocida (se le llamaba árbol de la muerte),
siendo nombrada con frecuencia en la literatura griega y también en
la latina.
Así,
Julio César habla de este árbol en el sexto libro de De Bello
Gallico, del año 51 a.C., donde menciona la muerte del jefe
Catuvolcus, quien se suicidó bebiendo una infusión hecha de corteza
de tejo. Esta constante sobre el poder venenoso del tejo continuó a
lo largo de la historia y ha llegado hasta nuestros días.
Respecto
al poder curativo del árbol, el emperador Claudio ya lo recomendaba
como antídoto para algunas mordeduras y en el siglo XVIII era
considerado antirreumático, antimalárico y abortivo. También los
druidas irlandeses tenían un gran respeto al tejo porque creían que
era eficaz contra las hadas y las brujas en ceremonias mágicas.
Su
madera es muy dura, de grano fino y apretado, lo que la hace muy apta
para ebanistería y talla, aunque la escasez de piezas de suficiente
grosor, debido a su crecimiento muy lento, limita su uso.
Es una
especie altamente protegida.
Sus
usos más antiguos comenzaron siendo militares o cinegéticos, una de las armas de madera más antiguas que se han hallado es un hacha datada en más de cincuenta mil años, así también
se han encontrado en Alemania lanzas de tejo de 150.000 años de
antigüedad y se fabricaron con ella arcos excelentes.
Durante
la Edad Media fue muy utilizado en las Islas Británicas para la
elaboración del arco largo, por su resistencia y flexibilidad, hecho
que produjo su casi extinción en las islas.
El
arco grande inglés (o arco galés) de 1,80 a 2 m de altura, dio la
victoria al ejército inglés de Enrique V sobre el francés, que
utilizaba ballesteros en vez de arqueros, en la batalla de Agincourt
(1415).
Los
arqueros ingleses (y sus arcos de tejo) eran muy apreciados como
mercenarios.
Existieron
ordenanzas de los reyes ingleses que obligaban a plantar tejos para
abastecer a los ejércitos.
Su
madera es muy resistente a la intemperie, por lo que ha sido
utilizada en la construcción de cercas, zuecos y para fabricar los ejes de los carros de las vacas. También
fue empleada por algunos faraones para construir sus sarcófagos.
Se
tornea bien, y es muy apreciada por ebanistas y torneros, por su
excelente elasticidad.
Es
muy utilizado en horticultura ornamental.
Simbología
Al
hablar del tejo no podemos dejar de referirnos a su carácter
sagrado. Lo fue para el pueblo celta, cuyos druidas con sus ramas
hacían bastones mágicos y con palillos de su madera adivinaban el
futuro.
La
principal razón por la que los celtas asimilaban el tejo a los
ciclos de la vida, era la sustancia venenosa propia de este árbol. Sustancia
que a la vez curaba según su tratamiento.
Sagrado
fue también para los astures y otros habitantes del norte de la
península desde tiempo inmemorial.
Su
cualidad de ser un árbol perenne, tanto en el sentido de su porte,
como en su longevidad, le ha valido servir como marca fronteriza y
como lugar de reunión.
Un
árbol que por su inmutable follaje verde oscuro puede ser localizado
a gran distancia.
En
el mundo celta, de forma especial, se veneraba a los árboles que
habían visto y vivido mucho, se tomaban como sabios testigos del
mundo.
Las
personas se reunían en torno a los árboles sagrados y podían estar
en contacto con la atmósfera espiritual que rodeaba a estos árboles.
Puede
decirse que las primeras iglesias eran tejos.
El
cristianismo lo adoptó y lo incorporó a su doctrina como símbolo
de la vida y de la muerte. Y
por su longevidad, símbolo también de la eternidad.
Por
eso es frecuente al lado de muchas iglesias, ermitas y cementerios
sobretodo en Asturias.
Son
muchas las leyendas de este árbol, como por ejemplo el suicidio
mediante la ingestión de restos de tejo de los cántabros refugiados
en el Mons Medullios antes que ser esclavizados por Roma. También
galaicos, vettones o astures eligieron suicidarse con tejo.
Se
entiende en este contexto que las reuniones, asambleas, y juntas de
vecinos se hicieran al pie de los tejos, bajo su sombra e
inspiración, y que este mismo escenario haya servido para hacer la
ley y administrar justicia y para celebrar todos los rituales y
acontecimientos importantes de la comunidad.
También
los encontramos en exiguas poblaciones silvestres.
La
persecución que ha sufrido este árbol a causa de su preciada madera
lo ha llevado al exterminio en comarcas enteras.
Los
últimos supervivientes, también monumentales en muchas ocasiones,
los encontraremos en los lugares más inaccesibles y solitarios de
nuestras montañas, en la sierra del Sueve en Asturias, la braña de
los Tejos en Liébana o la Tejeda de Tosande en Palencia.
Historias
y leyendas
En
una leyenda irlandesa, para casarse con una doncella, es condición
indispensable que el pretendiente le lleve una rama de acebo, una
flor de caléndula y bayas carmesíes del tejo.
Un
dicho popular inglés recoge una enigmática tradición que hace
referencia al tejo como el ser vivo más longevo:
Las
vidas de tres zarzos, la vida de un perro.
Las
vidas de tres perros, la vida de un caballo.
Las
vidas de tres caballos, la vida de un hombre.
Las
vidas de tres hombres, la vida de un águila.
Las
vidas de tres águilas, la vida de un tejo.
La
vida de un tejo, la longitud de una era.
Siete
eras desde la creación hasta el día del juicio.
Sin
embargo, el tejo común ha pasado de ser una especie sagrada y
ampliamente difundida en la Antigüedad a estar en progresiva
regresión, casi en peligro de extinción, siendo necesario proponer
su conservación e incluso la repoblación en las áreas más
propicias.
En
todo caso, precisamente por su crecimiento lento, su longevidad y su
tolerancia a la poda, el tejo europeo ha sido considerado el árbol
por excelencia para los jardines de topiaria, siendo indispensable
junto con el boj en los jardines de estilo barroco.
Existen
también más de 130 variedades ornamentales de tejo, que son
cultivadas en parques y jardines.
Uso
en la industria farmacéutica
De
sus hojas se obtienen dos compuestos químicos:
En
este caso, su concentración es muy baja y se elige a Taxus baccata y
la semisíntesis para evitar afectar a la especie.
Distribución
y hábitat
Crece
en ambiente húmedos y frescos, en zonas montañosas, en las umbrías,
a partir de los 800 msnm aproximadamente según la latitud.
Su
hábitat son bosques mixtos, barrancos, laderas y escarpes rocosos,
indiferente al sustrato.
Crece
preferentemente en la zona de condensación alrededor de montañas,
donde la densa humedad proveniente del mar o del océano, se
precipita por la acción del relieve.
Es
un árbol de gran corpulencia.
En
condiciones naturales, las raíces del tejo europeo pueden estar
colonizadas por ciertos hongos microscópicos del suelo, formando una
simbiosis que se denomina micorriza arbuscular. Este tipo de
micorriza está presente, por otra parte, en la mayor parte de las
especies espontáneas y cultivadas en todo el planeta.
Se
sabe que los hongos que forman la simbiosis facilitan la nutrición
de la planta, especialmente la captación de fosfato pero también de
otros nutrientes y que están probablemente relacionados con la
resistencia de la planta a distintos factores bióticos y abióticos.
La
micorriza arbuscular está, por tanto, estrechamente relacionada con
la capacidad del tejo para desarrollarse en su medio natural.
Esta
simbiosis puede favorecerse también en viveros, a través de la
inoculación controlada de los hongos adecuados.
Actualmente
en España, el tejo suele encontrarse como árbol aislado, en mezcla
con otras especies, formando a veces pequeños rodales; el mayor
número de ejemplares se halla en los sistemas montañosos
septentrionales, como el bosque de tejos de la sierra del Sueve en
Asturias, la Braña de los Tejos en Liébana (Cantabria)o el Bosque
del Tejedelo (Zamora).
La
lentitud de su desarrollo y germinación lo convierten en una especie
poco competitiva que va quedando relegada a enclaves donde la
topografía le favorece.
Necesita un bosque húmedo y también ayuda a crearlo. Bajo sus ramas,
siempre pobladas, hay 2-3º de temperatura menos en verano y 2-3 grados más en invierno y un 15% de humedad ambiental. Mitiga el
calor del verano y los hielos del invierno.
Son refugio de corzos y jabalíes, y en los agujeros de sus ramas nacen las martas y los gatos monteses. Cuando no hay hojas están las suyas y el azúcar de sus “treixas” que permiten a los pajarillos aguantar el duro invierno.
En su sombra inmensa florecen las plantas de montaña más singulares y es patria de musgos y líquenes.
Una
de las causas de regresión de la especie en el medio natural ha sido
la tala para el aprovechamiento de su madera, pero también se citan
otras como la deforestación, que ha ocasionado cambios ambientales y
relegado la especie a aquellas zonas donde el ambiente ha permanecido
húmedo.
Asimismo,
en algunos lugares, el árbol ha sido eliminado por los pastores
precisamente por su toxicidad para el ganado.
Igualmente,
por la lentitud de su crecimiento y la limitada germinación de sus
semillas, ha sido dominado por otras especies.
Por
esta razón, en muchas partes de Europa, los tejos antiguos
individuales son considerados monumentos de la naturaleza como restos
de antiguos bosques y, por lo tanto, protegidos y conservados.